El nombre de la piedra onix proviene de la palabra griega onyx que quiere decir «uña o garra». Forma parte de las conocidas como piedras preciosas y semipreciosas, concretamente del grupo de los cuarzos. Está formada a base de silicio y cuenta con bandas concéntricas y circulares en una amplia variedad de colores. Se trata de una hermosa gema a la que se le han atribuido diversas propiedades a lo largo de la historia. Todas ellas otorgando a esta piedra una gran carga espiritual.
El ónix con el paso del tiempo
Se dice que el ónix es una de las gemas más antiguas que se han descubierto en la Tierra. Ya hay indicios de su uso en el Antiguo Egipto, cuando era empleada para la fabricación de cuencos. También fue muy popular entre los romanos, que incluso tienen una leyenda sobre su origen. Esta historia cuenta que Cupido cortó las uñas de la diosa Venus mientras esta dormía, y las esparció por la tierra. Se dice que las partes de un ser divino no desaparecen, por lo que terminaron transformándose en piedras preciosas.
El onix también está presente en el Libro Sagrado, donde lo mencionan como parte de las puertas del Jerusalén Celestial y de la coraza de Aarón. En la cultura árabe es conocido como jaza y significa «tristeza», para los indios y persas era una protección contra el mal de ojo, y en China creían que atraía a la mala suerte. En la Edad Media se continuó usando en el ámbito de la joyería y de la decoración, un uso que ha perdurado hasta la actualidad. Si quieres saber más sobre la historia de esta piedra preciosa, pulsa aquí.
La piedra onix y sus propiedades psicológicas
Se cree que esta piedra tiene numerosas propiedades psicológicas y emocionales entre las que se encuentran las siguientes:
- Alivia los momentos de presión y estrés, por lo que es especialmente útil a la hora de tomar decisiones importantes.
- Está relacionada con la prudencia, siendo un gran amuleto para el logro de toda clase de objetivos.
- Ayuda a mantener los recuerdos y elimina los miedos y pesadillas más profundas de la persona que la posee.
- Refuerza la seguridad personal, optimiza el autocontrol y aumenta el sentido de responsabilidad.
- Promueve la sinceridad, la búsqueda de la verdad y la autenticidad, lo que da lugar a seres humanos más transparentes y honestos.
- Hace que las relaciones entre personas sean más estables, sanas y duraderas en el tiempo.
- Alivia las preocupaciones y la tristeza, dando una mayor resistencia y confianza en la futuro.
- Consigue un mejor equilibrio entre la mente y el cuerpo, incluso en momentos de duelo y de gran dificultad.
- Favorece la realización del karma.
La piedra onix y sus propiedades físicas
Las propiedades del ónix no se limitan al plano emocional, sino que también abarcan el plano físico de la persona. Entre sus beneficios más conocidos se encuentran los siguientes:
- Impide el envejecimiento prematuro, lo que aporta un mejor aspecto físico y durante un mayor periodo de tiempo.
- Se emplea como medicina alternativa para el tratamiento de diversos problemas relacionados con el cerebro.
- Mejora el sistema circulatorio, por lo que controla los niveles de triglicéridos y colesterol en la sangre.
- Fortalece la estructura interna del organismo, reafirmando los riñones, corazón, bazo y páncreas, así como el resto de órganos.
- Alivia los dolores en zonas concretas del cuerpo como son los pies.
- Tonifica la piel y también se usa para el tratamiento de uñas y cabello.
- Aumenta la audición, reduce el zumbido de los oídos y alivia las molestias de las orejas.
Los usos y cuidados de esta piedra preciosa
Cada persona da un uso diferente a esta gema. Algunos la emplean como amuleto, ya que consideran que tiene propiedades esotéricas. Por ello, siempre la llevan consigo a la hora de realizar actividades importantes. Pero la principal utilidad de esta piedra es en el sector de la joyería, donde se emplea para realizar todo tipo de joyas, desde anillos a collares.
Tanto si se usa como talismán o como joya, es recomendable limpiar el ónix de manera frecuente. La mejor forma de hacerlo es con un poco de agua y con un paño limpio. Su superficie es muy frágil, por lo que hay que realizar la limpieza con delicadeza y, una vez acabada, guardarla envuelta en un tejido suave como puede ser el algodón.